Los talleres quiteños
Desde muy temprano, en la Colonia, se desarrollaron
en Quito los talleres en donde se producían
pinturas, esculturas, decoraciones y muebles,
que se vendían en la ciudad, en la Audiencia y en
muchos lugares de América, desde Cartagena de
Indias en el Caribe, hasta el Perú.
Los artistas y artesanos quiteños, en su mayoría
mestizos y algunos indígenas, eran muy
hábiles. Copiaban bien modelos europeos, pero
también creaban verdaderas obras de arte originales,
que hasta ahora son consideradas entre
las mejores del mundo.
La Iglesia era la institución con más recursos
para promover las actividades artísticas. En realidad,
una de sus principales funciones fue proteger
a los artesanos y artistas que se dedicaban
a producir obras religiosas. Las manifestaciones
artísticas se desarrollaron bajo la protección de
los conventos, que demandaban obras como altares,
pinturas, imágenes y muebles.
Las obras de arte, cuando fueron hechas, tenían
un gran valor cultural, al igual que ahora. No
eran producidas como objetos decorativos, sino
que se usaban como instrumentos educativos
para enseñar la religión a pobladores que, en su
mayoría, no sabían leer ni escribir.
Los talleres quiteños ocupaban a mucha gente.
Además de los maestros, oficiales y aprendices,
con sus familias, hay que contar a los que
transportaban las obras y las vendían. La producción
artística y artesanal eran una muestra de
cultura, pero también era una fuente de trabajo
importante, que se mantuvo en los tiempos de
mayor crisis económica.
La Escuela Quiteña
A la producción de los artistas coloniales se la
llama “Escuela Quiteña”. En ella se destacaron muchos
pintores y escultores notables, pero la gran mayoría
de las obras no tiene el nombre de su autor.
En esos tiempos eran anónimas y se identificaban
por el taller, que era encabezado por un maestro
importante. Buena parte de los talleres y artistas se
asentaba en Quito, pero también en Cuenca y otras
ciudades.
La arquitectura
Otra de las expresiones de la cultura colonial fue
la arquitectura, particularmente la religiosa. Desde
su fundación, en las ciudades se construyeron
grandes iglesias y conventos, cuyo estilo y formas
de construcción eran de influencia europea, aunque
tenían elementos de las culturas indígenas.
La influencia predominante en esas construcciones
es el barroco, una tendencia cultural que
tuvo su mayor expresión en el arte. Las iglesias de
Quito son reconocidas como importantes monumentos
arquitectónicos. Especialmente la Compa-
ñía de Jesús, que con su altar mayor revestido de
“pan de oro”, es considerada una de las mayores
muestras del arte barroco en todo el mundo.
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